Nos está tocando vivir malos tiempos. Momentos en los que la tristeza, la soledad, el desencanto todo lo contagia. Se asemeja a un bello dominó de marfil sutilmente alineado. Una bandada de pingüinos en perfecta formación. Sus dorsos negros mirando con firmeza a su semblante blanco. Y en un instante, al primer chasquido, todo se marcha al garete. Las piezas se precipitan.Todo se  derrumba con un estruendo ensordecedor.

Y nada, ni nadie se ha salvado del naufragio. Unos están empezando a asomar la cabeza y otros siguen hundidos sin visos, por ahora,  de salvación. Las fases van marcando el camino. Pero a veces queremos correr más que la carretera. Y eso puede hacer que recaigamos y tengamos que volver, de nuevo,  al punto de partida. 

Estos días  la televisión - hasta suena mal el decirlo - ha sido la válvula de escape para salir huyendo de esta forzada reclusión. Y no sólo por las películas, concursos, chismes y agobiantes noticias, sino también por los anuncios. 

Han destacado los anuncios oficiales pues, en tiempos de vacas flacas, la publicidad también se ha resentido. Como mucho algún anunciante de papel higiénico o algún sketch desinfectante, altamente cualificado, se han podido colar en nuestras casas. 

No se han visto este días las primaveras de grandes almacenes, ni  a los coches fantásticos, derrapando por el plasma de nuestro salón.

Y , ante la falta de anuncios, que no por eso han reducido los minutos que les dedican, me ha dado por recordar otros tiempos, otras épocas en los que los reclamos publicitarios formaban, como hoy, parte importante de nuestra vida, pero de una forma  muy distinta. Eran casi como los amigos cercanos o los familiares lejanos que, entre secuencia y secuencia, venían a visitarte.

En  alimentación, los más recurrentes eran los bollitos y pastelitos. Desde aquel círculo de azúcar con agujero en medio que nos obligaba a gritar : "anda,  la cartera" , hasta la galleta que se pedía por su número. Desde el chocolate con leche... extrafino, hasta el que hacía sonar su campana. Y que decir de  nuestra querida aceituna, siempre rellena de rica anchoa.

Pero no nos podemos olvidar del anuncio por excelencia. El famoso negrito del África tropical que, con su música pegadiza, nos narraba el devenir de un sinfín de deportistas que se "dopaban" con su riquísimo sabor a cacao.

El tema de la limpieza también tuvo largo recorrido. Desde el campeón contra las manchas al que lavaba blanco, blanquísimo. O ese jabón que era para ducha, para baño, para todo y aún encima venía de París como la cigüeña.

Los anuncios ahora impensables de tabaco y bebidas alcohólicas. El primero con música del lejano Oeste que no sabías si entrabas en el "far west "o si te liaban un cigarrillo rubio americano. Y de las bebidas no digamos. Ese licor machista que era cosa de hombres a ese anís de España que tenía sabor a tierras de Castilla.

En Navidad el repertorio se disparaba. Juguetes que se dirigían al portal, turrones que aullaban o te hacían volver a tus orígenes. La sidra más famosa del mundo entero. O esas burbujas doradas que te felicitaban las fiestas.

También había propaganda institucional que, hoy por hoy, estaría completamente de actualidad: " Mantenga limpia su ciudad. Mantenga limpia España "

Con nombre propio, Kinito con su santo muy clemente. Edu que no paraba de felicitar la Navidad por teléfono. Las famosas Matildes que eran casi las chicas del cable. Las maquinillas de afeitar de  Gila que daban  un gustirrinin. A Choé la buscaban desesperadamente entre eau de parfum. Y nuestro calvo navideño que exhalaba ilusión, hasta que lo echaron al paro.

Y, para terminar con los recuerdos, seguro que me dejo un montón en el tintero pero este espacio no da para más, las bebidas. La cebada santurrona que por donde iba triunfaba. Los cerveceros independientes desde 1900.  Y el anuncio más tarareado y tal vez más esperado en los cinco continentes: la chispa de la vida.

Unos segundos de magia que nos hacía sentir ilusiones comprimidas. Desaparecer por unos instantes de nuestra realidad y sumergirnos en mundos de cartón piedra.

Son músicas, alegatos, imágenes que siempre irán unidas a nuestro pasado y que ya forman parte de nuestra historia.



" El mundo entero " - Operación Triunfo 2017