Entre mares voy navegando por este mar de la vida.

 Hace años salí del puerto de la niñez,  el puerto de la inocente infancia y de los sueños. Pero mi nave de la vida tenía que alcanzar  otro destino y otro puerto,  y seguí navegando.

 Llegué al puerto de la juventud,  en un mar revuelto de pasiones, de deseos, de anhelos,  de anhelos conseguidos, y de anhelos frustrados. Este tampoco era mi destino, y seguí navegando.

Y llegué al puerto de la madurez. Aquí había tiempo de  bonanza y de calma, pero también de incertidumbres de la vida, de preguntas sin respuestas. A veces, me preguntaba quién era, de dónde venía,  y a donde iba.

Una noche, el mar estaba en calma, y miré al cielo vestido de estrellas de plata. Una estrella parecía que me hacía guiños con su tintineo. La miré fijamente, y le dije : Sí tú eres mi buena estrella, ilumíname  y guíame hacia el mar de la esperanza, navegando por un mar pacífico, en una travesía feliz, hasta llegar y anclar  en el verdadero puerto,  un puerto llamado FELICIDAD.



Navegando entre mares de la vida voy, unas veces por un mar interior, tranquilo y sereno, que me da paz y sosiego. Otras por el mar del placer, del placer del momento efímero.
 Y otras por un mar revuelto de interrogantes y dudas, en un mar de  misterio, que alimenta mi interés bañado de esperanza y anhelo. Oh, nave de la vida, navega por el mejor de los mares, el verdadero, en una travesía feliz, para anclar en el mejor puerto.   


RBC