Yo no sé si, cuando pase todo esto, nos devolverán los crepúsculos perdidos. Si algún engominado contable estará anotando estos números en el contador del tiempo. Y si al final, cuando toque, cuando concluyan nuestras jornadas, nos presentarán el balance de situación y añadirán los momentos que no hemos logrado vivir .
Por si acaso vamos a ir llevando nuestra propia cuenta. Aunque sea la de la vieja. No nos llamemos luego a engaño.
Con tanta y tanta prórroga que nos imponen, esto casi, si no fuera por lo triste y doloroso que está siendo, se asemejarÃa a la final galáctica de un gran partido de fútbol.
La competición, con tanta y tanta dilación, parece como si estuviera equilibrada... Que cruel mentira. Por desgracia el rival, nos lleva una enorme ventaja.
Muchos de nuestros jugadores han tenido que abandonar el terreno de juego. Nuevos suplentes han saltado al césped del dolor. Seguimos achicando balones, jugando al contraataque, desarrollando tácticas. Pero el adversario es mucho más fuerte.
Otra vez, una nueva prórroga. Dicen que es el mejor método para controlar su ataque y driblar a su defensa. Que con unos pocos retardos más, cansando al enemigo, lograremos la victoria.
La grada se empieza a mostrar agotada. Ya sólo aplaude a las 20 horas de cada tarde. Está un poco más que agobiada con tantos y tantos minutos de silencio.
Queremos que piten el final. Que se acabe, de una vez, el partido. No deseamos tanto dolor, tanto sufrimiento.
Queremos que piten el final. Que se acabe, de una vez, el partido. No deseamos tanto dolor, tanto sufrimiento.
Nuestra camiseta la defienden infinidad de cancerberos. Guardametas que detienen balones, despejan esféricos, atrapan esperanzas. Son esos hombres y mujeres que juegan en hospitales, calles, plazas, supermercados, oficinas... Ellos son nuestra escuadra más garrida, nuestros campeones. Listos para encarar la recta final.
Esta llegará. Más pronto que tarde el árbitro del tiempo, pitará el final de los cientos, de los miles de minutos de prolongación. Pondrá fin a tantas y tantas prórrogas dolientes, tortuosas. Y acercará nuestro destino hasta el fatÃdico punto de penalti...
Entonces, posaremos el balón. Miraremos fijamente al adversario. Tomaremos carrerilla ... y le meteremos un gol a la tristeza por toda la escuadra.
Entonces, posaremos el balón. Miraremos fijamente al adversario. Tomaremos carrerilla ... y le meteremos un gol a la tristeza por toda la escuadra.
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