Me vuelvo profeta y predico lo que me traerá la mañana. Un café descafeinado, una fruta amaestrada, un desaliento de pastillas y a circular.
Llega despacio, el momento del paseo. Hay que estirar las piernas. Salgo al patio de la prisión y comienzo a caminar. Pasillo arriba, pasillo abajo. Pasillo abajo, pasillo arriba. Y en mi camino me cruzo con quien es, fuerza en mi retiro. Suerte, me digo, que en mi celda somos dos. Otros tienen, en este encierro colectivo, que responder en silencio al eco de sus palabras.
Toca abrir el pensamiento. Asomar a la ventana. Buscar alientos de vida tras los barrotes de papel que nos separan.
Después un escrito, una historia, una charla virtual, un aliento de música, un día que avanza lento y que apunta a su fin.
Pero antes de volver a enrolarme ente mis sueños, en el reloj del corazón laten las ocho. Tiempo para compartir unos instantes, unas miradas... La hora del homenaje, del aplauso, de la protesta.
Homenaje a los valientes. Aplauso a los luchadores. Protesta al carcelero que nos tiene prisioneros en cárceles de cristal.
Algún día, seguro, encontraremos la llave.
Algún día, seguro, encontraremos la llave.
Elvis Presley -"Rock de la cárcel
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